martes, 13 de octubre de 2009

Rayos y centellas




Se notan que son los últimos rayos de sol, calientan pero no queman, como algunos besos.


Se nota por el color. Ya no se inundan las habitaciones del tono amarillo y fuerte del verano, ahora es más anaranjado, como un atardecer, como ese color sin nombre de la caja de ceras que está entre el amarillo y el naranja… es un tiempo indefinido, de tránsito hacia el frío y la oscuridad del invierno. El último adiós.



Desde los balcones, las plantas apuran estos momentos, para alimentar las últimas flores de la temporada, sin saber si sobrevivirán a las heladas que se acercan. Las aspas de los ventiladores se paran, vuelven a sus cajas y la función de los aires acondicionados se limitará a acumular polvo.



Si miras a las azoteas vecinas, ya no verás trajes de baño ni toallas con colores llamativos, y en los balcones empiezan a desaparecer las sillas de playa y las sombrillas acumuladas por falta de sitio.



Di adiós al azul del verano y dale la bienvenida al marrón que inundará las calles en forma de hojas muertas en el suelo y de árboles desnudos.



Cambia los cielos despejados, azules y brillantes, por las nubes y la lluvia gris. Vuelve a la sensación de dormir bajo mantas, a las duchas calientes, al olor de naftalina de los abrigos guardados en baúles. Vuelve a tener los pies fríos y la nariz como Rudolph. A sentir cada célula de tu piel cuando se erice.



Si este cambio no te gusta, tranquilo, por suerte o por desgracia, nada dura eternamente.

1 comentario:

  1. ...lo demás eran las consabidas repeticiones de una tierra que en los inviernos parece morir en nuestros brazos y en las primaveras resucitar. Observación falsa, engaño grosero de los sentidos, que la fuerza de la primavera sería nada si el invierno no hubiera dormido.

    José Saramago

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