lunes, 22 de marzo de 2010

Pobre Principito...


Pobre Principito, que creyó que su rosa era corriente porque vio otras cinco mil aparentemente iguales en un jardín… pero su rosa era única…


Como él, recorremos nuestro propio universo, cada día… nos rodeamos de gente… y de vez en cuando, muy de vez en cuando, sin darnos cuenta, aparece alguien que nos domestica…
Puedes intentar razonar, huir, resistirte… puedes intentarlo todo… puedes poner todas tus fuerzas, pero ten por seguro que no servirá de nada… ni siquiera el miedo lo impedirá… porque no se puede para algo inevitable.


Y la apuesta es alta, pero merece la pena… aunque siempre que te domestican, como bien dijo el zorro, te arriesgas a llorar un poco… ¿y qué?


¿Acaso no quieres saber lo que es reconocer los pasos de alguien entre la multitud, saber que es único (aunque no imprescindible, porque realmente nadie, y cuando digo nadie es NADIE, lo es) o mirar a tu alrededor y poder recordarlo con una sonrisa?


Por supuesto que es un peligro, porque confiamos, nos exponemos y damos carta blanca, sin apenas darnos cuenta.


Pero aprendes a ver la otra cara de la luna, a dar otro sentido a las canciones, otro significado a las palabras, al tiempo y al espacio, a sentir el sol… las cosas sin sentido pasarán a tenerlo y tus dogmas serán cuestionables, podrás conocer y ser conocido de verdad, hasta el último recoveco más escondido… el orden será caos y la noche día… y mientras dure, procura disfrutar cada minuto, cada milésima de segundo…


Y cuando llegue el momento, prepárate para sufrir un poco… porque quizás duela… pero si no arriesgas… ¿cómo podrás ganar?

2 comentarios:

  1. q peligro tiene ser domesticado :)

    ResponderEliminar
  2. El problema de arriesgar es que puede que suceda que arriesgues y arriesgues y nunca ganes. En ese caso, considérate estafado por la vida. Pero no pidas hojas de reclamaciones, porque no hay.
    salu2

    ResponderEliminar